El estrés es de por sí una reacción natural que cumple una función, pues te ayuda a adaptarte a diferentes circunstancias o mantenerte alerta siempre que sea necesario. Sin embargo, cuando este estado se prolonga en el tiempo o se manifiesta de una forma extrema, puede ser verdaderamente perjudicial para la salud.
Lo primero que nota una persona que padece estrés es una sensación de alarma en su propio interior, de urgencia. Con el tiempo, va a causar otros problemas como el dolor muscular o de cabeza, la irritabilidad e incluso la ansiedad.
Nuestro cuerpo es sabio y puede enviarnos algunas señales de que debemos poner freno a esta situación, de hecho, la piel es un claro indicativo de ello. En este artículo queremos mostrarte algunos síntomas comunes del estrés que aparecen en la piel para que puedas reconocerlos y también te ofrecemos algunas pautas para aliviarlo, mejorando así tu calidad de vida y tu salud.
Síntomas del estrés en la piel
El estrés interviene de forma directa con el sistema nervioso y con la producción de las hormonas, dos factores que son determinantes para la salud de la piel. Cuando existe un cuadro de estrés que, además, perdura en el tiempo, es muy común ver síntomas de él en la dermis. A continuación, te vamos a mostrar algunos de los más usuales. Son signos de que puedes estar sufriendo un episodio de gran estrés que afecta a tu vida, a tu salud y a tu aspecto.
Manchas en la piel por estrés
Las manchas en la piel se pueden agudizar o aparecer por primera vez a causa del estrés. En algunos casos se ocasiona la rosácea, una afección que se caracteriza por el enrojecimiento de la misma y que genera otros problemas como la aparición de granitos en el rostro. Esta se hace más gruesa en determinadas áreas y puede ocasionar dificultades en los ojos, picazón o sequedad.
Erupciones en la piel por estrés
Con el estrés se suele disparar el cortisol y esto se ha asociado con brotes de erupciones en la piel, de hecho, empeora notablemente la situación de los pacientes con psoriasis. Se trata de descamaciones, rugosidades o zonas de piel más gruesa que comúnmente van acompañadas de picazón e irritación.
Alergia en la piel por estrés
El estrés prolongado va a afectar al sistema inmunológico de forma negativa, lo cual puede causar reacciones alérgicas en la piel que antes no estaban presentes. De hecho, ocurre como respuesta al contacto con determinados productos o bien en forma de dermatitis espontáneas.
Acné en la piel por estrés
Otra de las reacciones que causa el estrés en el cuerpo es la liberación de mediadores neuroendocrinos, principales causantes de la aparición del acné. A su vez, estos hacen que se libere el cortisol. El acné es un problema común en la adolescencia y las etapas de crecimiento que se caracteriza por la aparición de granos en diferentes zonas del cuerpo, especialmente en el rostro. No obstante, cuando el estado emocional se ve afectado, puede aparecer en cualquier etapa de la vida.
Dificultad de cicatrización por estrés
El organismo se vuelve más susceptible a determinados microorganismos que pueden dificultar considerablemente la capacidad para cicatrizar las heridas. Algunos estudios también indican que los pacientes con niveles más elevados de estrés generan más cicatrices que aquellos que no lo padecen.
Cómo aliviar el estrés
El estrés puede ser algo natural en un momento puntual, pues no deja de ser un sistema de alerta que pone en marcha nuestro propio organismo por una cuestión de supervivencia. Sin embargo, cuando este se prolonga en el tiempo e incluso llega afectar a la salud en general (como es el caso de las afecciones en la piel) lo más recomendable es buscar herramientas para aliviarlo. Te mostramos algunas de las pautas más efectivas para conseguirlo.
Ayuda profesional
Cuando el estrés se instala a largo plazo y llega a manifestarse en la salud de la piel, el descanso, el humor o la alimentación, es crucial acudir a profesionales que ayuden a manejarlo. Psicólogos especializados como los que encontrarás en ProyectoArt.com pueden proporcionarte las herramientas adecuadas para lidiar con él y para mejorar mucho tu situación. De hecho, esta es la fórmula más efectiva para combatirlo.
Ejercicio físico
El cerebro libera una suerte de sustancias químicas de forma natural cuando se practica ejercicio físico que ayudan a sentirse mucho mejor. Haciendo deporte durante unos 30 minutos al día es posible ayudar a liberar tensiones, deshacerse del estrés e incluso fomentar un próspero descanso por las noches.
Técnicas de relajación
En la actualidad existen diferentes técnicas de relajación relacionadas con las respiraciones, el yoga o la medicación, por lo que cada persona encontrará varias posibilidades entre las que escoger. Con ellas es posible disminuir la presión sanguínea y también reducir el ritmo cardíaco, algo que ayuda mucho a aliviar los cuadros de estrés.
Pequeños placeres
El estrés puede hacer que te centres en determinados problemas y dejes poco espacio para ti durante el día, a su vez, suele conseguir que el ánimo decaiga en la vida diaria. Algo muy sencillo que se puede hacer para mejorar la situación es dedicar tiempo aquellas cosas que te hacen disfrutar como escuchar tu música favorita, leer un libro nuevo o reunirte con tus amistades.
Dieta saludable
La alimentación nos afecta en todos los aspectos de la vida, la salud y el estado de ánimo. Tener una dieta equilibrada te dará la energía suficiente para superar el día mucho mejor y puede contribuir a aliviar el estrés. Además, hay ciertos alimentos que debes evitar como las grasas o el exceso de azúcar, pues son capaces de empeorar el estado de ánimo y contribuir a la sensación de pesadez o fatiga.
Fuera de las situaciones estresantes
Hay situaciones que son estresantes y de las que es casi imposible escapar, por ejemplo, los momentos de tensión en el trabajo. Sin embargo, puedes intentar encontrar espacios relajantes y agradables siempre que puedas, salir a tener contacto con la naturaleza o buscar tiempo para descansar. Es interesante huir de las situaciones estresantes innecesarias en este momento, como las reuniones familiares tensas o los enfrentamientos de amistades que no están en su mejor etapa.